Además de proporcionar alimentos, creemos que la educación es la clave para romper el ciclo de la pobreza. En las aldeas rurales y las comunidades marginadas, nuestras monjas católicas trabajan incansablemente para enseñar a los niños que carecen de acceso a una educación adecuada. Ya sea en aulas improvisadas al aire libre o en pequeños centros comunitarios, equipamos a las mentes jóvenes con conocimientos y habilidades para un futuro más brillante. Con la generosidad de nuestros donantes, podemos proporcionar libros, materiales escolares y programas educativos que empoderan a la próxima generación y les dan las herramientas que necesitan para tener éxito.

También estamos con aquellos que han perdido sus hogares debido a la guerra y el desplazamiento. En Oriente Medio, nuestros sacerdotes y voluntarios católicos construyen y proporcionan refugios a familias que se han quedado sin nada. Desde la construcción de viviendas modestas en aldeas devastadas hasta la creación de refugios de emergencia en campos de refugiados, nos aseguramos de que cada persona tenga un lugar seguro donde descansar. Además, nuestros médicos y sacerdotes católicos trabajan en primera línea en Gaza, prestando atención médica urgente a los heridos, ofreciendo oraciones y brindando consuelo ante el sufrimiento. A través de nuestra misión impulsada por la fe, brindamos calor, refugio, sanación y dignidad a quienes más lo necesitan.